«La ruta me la inventé yo»

Por supuesto que decir que tenemos «todas las condiciones para una tormenta perfecta» es casi un cliché o es, como mínimo, una frase bastante llevada y traída. Pero la verdad es que pocas veces se han dado tantas condiciones para que se de esa tempestad en la educación de Costa Rica.

En el periodo administrativo del 2002 al 2006, tuvimos un Presidente que fue a un foro internacional y habló de lo poco que le servía haber tenido que estudiar trigonometría o logaritmos en secundaria. En aquel tiempo la mayoría de las expresiones en las plataformas en las que operaban las redes sociales fueron primero de asombro y después de censura. Sin embargo la suerte de la enseñanza de las matemáticas fue a menos y hasta el día de hoy se va en caída libre, según el último informe del Estado de la Educación de Costa Rica, pero ahora en todo el sistema.

En los últimos cinco años, los niños y muchachos que están en primarias y secundarias públicas han sufrido daños casi irreparables por procesos de huelgas de escasa utilidad hasta para los gremios que las alentaron y luego por el apagón que se produjo por la pandemia del Covid-19. Esto, más otros problemas estructurales que no voy a abordar, son suficientes para crear la peor catastrofe educativa.

Pero la tragedia nacional no se acaba ahí, ha seguido y por la razones más inauditas e inaceptables: la visión política de un gobierno de turno y la incapacidad técnica, académica y moral de quienes están en los puestos creados para dirigir las acciones que nos acerquen a las soluciones, pero que hasta ahora lo único que nos han dejado claro es que lo que pueden hacer bien es cobrar los altos salarios que les dio el Presidente.

El último vídeo que ha circulado de la presentación que hizo la Sra. Müller, cabeza de ese grupo que cito antes, en el congreso El futuro de la educación, nos ha dejado congelados, estupefactos y nos muestra por qué luego de año y medio de gobierno, todo se está agravando y nada parece tener una vía que haga pensar en mejoras y menos en que se logren soluciones y acciones que nos lleven a sobrepasar los desafíos que enfrentamos.

Se puede comentar mucho de lo expresado en el vídeo, pero hay una frase suficiente para estar más que alarmados y ya, más bien, entrar al estado de confrontación para tratar de evitar la caída al vacío infinito, sin entrar a las cosas que dijo de los planetas.

En la edad media se creía que las órbitas de los planetas y las alineaciones que se veían desde la Tierra podían influir sobre las personas. De creencias como estas salió la astrología y el horóscopo. A la par surgió la Ciencia, pero tomó otro camino, pues se cimentó en lo que genéricamente se puede llamar el método científico, cuyo fundamento principal es el escepticismo.

Esta frase: ‘La Ruta de la Educación me la inventé yo’, junto con los comentarios que la acompañaron, revelan muchas cosas preocupantes y hasta censurables. Al parecer, al pronunciar estas palabras en un ambiente que consideraba seguro, rodeada de su prima y personas allegadas del ámbito privado de la educación, pretendía adjudicarse la autoría de un plan que, en su mente, merecería un prestigioso premio mundial de la UNESCO u algo similar, aunque nadie tenga conocimiento de este plan en particular.. En este sentido, la frase refleja una expresión de megalomanía, que se define como ‘un trastorno de la personalidad en el cual una persona posee una admiración excesiva y desmedida por sí misma, un sentido de grandiosidad y una creencia exagerada en su propia importancia o superioridad’, según la descripción de ChatGPT. Además, con su peculiar perspectiva personal, también se jacta de tener en contra a numerosos técnicos y mandos medios del Ministerio de Educación Pública (MEP), argumentando que esta es la razón por la que no ha podido desarrollar un plan escrito. Afirma que se ve obligada a colaborar con ellos por motivos de corrección política, pero que, dado su desacuerdo, estas personas sabotean sus esfuerzos. Según su opinión, si tuviera la libertad, podría redactar sobradamente el plan por sí sola en un fin de semana.

Ahora bien, los que hemos trabajado buscando cómo tener un buen sistema educativo, que le de las herramientas a las personas jóvenes para desarrollarse y lograr, por medio de ellos, procesos que impulsen la producción de bienes y servicios y distribución de la riqueza, sabemos que la complejidad del problema, complejidad que desborda a cualquier persona, independientemente de su preparación, capacidad intelectual y dedicación al trabajo. Parece por esto también que solo un megalómano puede pensar que el o ella sola puede redactar un plan para enmendar el trágico camino que lleva el sistema educativo de este País. Pero esto no solo es absurdo en sí mismo, si no que además es llevado al extremo cuando ella misma desprecia el mandato constitucional de otorgar un 8% del PIB a la educación y más bien apoya la decisión de este Gobierno de bajar la asignación presupuestaria, dejando al MEP sin los recursos para poder ejecutar cualquier plan y posiblemente llevando a las instituciones educativas, ya sean colegios o escuelas, a puntos de desfinanciamiento que no permitirán cubrir ni los gastos ordinarios.

Entonces parece ser que con esta señora a la cabeza del MEP nunca tendremos un plan para enfrentar las consecuencias del mal funcionamiento del sistema educativo de Costa Rica, aunque estoy seguro que saldrán muchas personas y grupos que ejecutarán acciones que mejoren las condiciones educativas de muchos de los niños y jóvenes, pero no una acción integral, tal y como obliga las responsabilidades que asumen los gobernantes.

Finalmente, si el Presidente Chaves, fiel a su estilo, despide a esta señora por sus errores y la falta de respuestas a los desafíos y problemas de la educación, deberá, ahora sí, hacer un esfuerzo por encontrar a alguien que sí pueda producir un plan para tratar de reconstruir el sistema educativo, pero parece que la visión de el y de la señora Müller más bien se complementan, por lo que tocará dirigir los esfuerzos a acciones confrontativas, pensando en lograr disminuir la aceleración de la caída, partiendo de la creencia de que luego de este gobierno se pueda resucitar lo que quede del sistema educativo.