Discurso de Clausura del VII Congreso de la Latinoamericana de Ciencias Ambientales

Señores de la Mesa Principal

Dr Tomás Guzmán. Presidente VII Congreso de la Red

Dra. Laura Berta Reyes Sánchez, Secretaria Ejecutiva de la Red, UNAM, México

M.Sc. Ana Cristina Benavidez, Secretaria del VII Congreso de la Red, UNA, Costa Rica

Estimados Participantes, amigos todos

Estamos dando conclusión al Congreso. Esta etapa del Congreso se cierra luego de concluir casi siete jornadas de estudio intenso, de revisión de los elementos que conforman nuestros actuales paradigmas científicos y nuestros paradigmas sociales. Quedan identificados, quizás, los más grandes desafíos que cualquier grupo humano haya tenido que enfrentar en los últimos dos siglos.

El primer desafío es cómo enfrentar el cambio climático que ya empieza a mostrar lo devastadoras que serán sus manifestaciones. Hoy, una tierra lejana, pero no ajena a nuestra cultura, sufre intensamente la destrucción de un meteoro ciclónico de magnitudes nunca esperadas y que ha provocado una tragedia humana y ambiental, que pocos de los que estamos aquí podríamos haber imaginado. Me uno a las palabras expresadas por el Dr. Tomás Guzmán en su discurso inaugural y reitero nuestra solidaridad con el pueblo filipino que está sufriendo su peor hora y hago votos porque todos, desde nuestros países, los acompañemos solidariamente a salir de este fatal percance.

El segundo desafío tiene que ver con cómo cambiar la matriz energética para que satisfaga nuestras necesidades, con el fin de seguir desarrollándonos, de manera que todos podamos disfrutar de una vida digna. Ya no hay discusión, no podemos seguir simplemente quemando carbón para producir nuestra energía, no podemos continuar basados en el petróleo para realizar el transporte, pero tampoco podemos pensar en no movernos entre nuestros países o no mover nuestros productos o no transportarnos de un punto a otro de nuestro planeta. Es incluso menos pensable dejar de consumir energía para producir nuestros alimentos o construir nuestras ciudades. Sin embargo está claro que se agotó el tiempo de uso de la actual matriz energética, pues esta es una de las principales causas del cambio climático.

El tercer desafío se relaciona con el acceso al agua, de modo que se puedan cubrir las necesidades para el desarrollo de la vida humana. Recuerdo que cuando era niño nos enseñaban en la primaria que teníamos recursos naturales renovables y no renovables. Estoy hablando de los años 60. Pero había algunos recursos inagotables, dentro de los cuales se incluía el agua. Parado aquí, hoy 15 de noviembre de 2013, me pregunto cómo un maestro no iba a creer eso, si lo creían los más connotados científicos, pero es que, además, vivíamos en un país en el cual llovía todo el año y casi como en Macondo, esa lluvia provocaba que la hierba creciera a nuestra espalda con sólo dar un paso adelante. No había nada que le indicara a nuestro sentido común lo contrario. Sin embargo, ya había científicos que sospechaban y otros que advertían, que el agua no era inagotable y que el ciclo que hemos visto desde el primer día que tuvimos razón para notarlo, no era inalterable.

Ahora bien, todos son desafíos que se han discutido en este evento, creo que no hay aquí una sola persona que no esté consciente de ellos. Los mismos podrían ser explicados con una multitud de datos y, quien los dijera, podría lucir su erudición. También podríamos citar otros desafíos igualmente importantes a los señalados y dar datos sobre la extinción de especies, la pérdida de suelo agrícola, la destrucción de bosques, la contaminación, los casquetes polares, los mares, la ballenas…

Pero hoy quiero hablar de lo que me da esperanzas y de lo que vi construyéndose aquí, alrededor de este pequeño Campus Tecnológico (nombre que usamos para referirnos a las instalaciones del Tecnológico de Costa Rica) durante los meses previos al evento y, sobre todo, durante estos últimos cinco días.

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Repasemos algunos de los acontecimientos pasados:

  • Hace ya muchos meses participa un cubano en el congreso anterior y pide que el siguiente congreso se realice en un diminuto país de Centroamérica. Además, tiene el arrojo de señalar que se realice en una localidad que ni aparecía en los mapas. A lo mejor alguno entró a google-maps y buscó Santa Clara y les dijo que era una ciudad de Cuba donde peleó el Che Guevara. Aun así, los que tomaron la decisión le aprobaron la propuesta.
  • Luego un comité nacional. Y otra vez ese cubano les dice que debemos organizar el congreso, cuyo evento principal se realizaría en Santa Clara de Florencia de San Carlos, en una desconocida sede universitaria rural. Nuevamente, le aprueban la idea, aunque son conscientes de que se tomaban un riesgo poco común de ir a un lugar que, por rural, podría no tener las condiciones para que un grupo tan importante de gente cosmopolita, que proviene de muchas urbes gigantes, pudiera pasarla sin contratiempos.
  • Luego, todos ustedes empiezan a recibir correos de invitación de la Red para que vengan al congreso, escriben entusiastas sus ponencias, pero cuando toca viajar encuentran que van a un País al que no es fácil llegar, pero todos se vienen, algunos logran llegar incluso a pesar de que les pusieron obstáculos casi infranqueables. De hecho, debemos reconocer que algunos no pudieron contra ellos y no están hoy aquí.
  • Pero, poco a poco, llegaron a este pequeñito lugar, empezaron a ver costarricenses, luego se toparon con cubanos, mexicanos, españoles, caribeños, sudamericanos, otros centroamericanos, europeos y gente de otras latitudes que tiene la amabilidad de hablarnos en español, todos tratando de comprenderse, a pesar de las diferencias dentro de esta misma lengua, la cual llena de matices, refleja lo que nos es común y los que nos diferencia.
  • Luego, observamos con mucha atención los trabajos y conferencias, pero también las danzas y cantos, originarios de tan diversos lugares, y que vitoreamos a pesar de su origen distinto.
  • En medio, estuvo conocer a los compañeros y terminamos conversando entre personas de más de 20 naciones distintas, quienes luego de estos días nos vemos menos distintas, identificamos lo que nos es común y terminamos apreciando del otro lo que nos diferencia.

Esto que vi y vivieron ustedes es el proceso de construcción y, para mí, es la mayor ganancia y el principal desafío de todos. La construcción de la nueva humanidad que se plantea romper con el paradigma que exalta mi diferencia y desprecia las otras, que festeja la competencia y desecha la colaboración, que nos hace apropiarnos de los recursos y permite que el otro viva sin alimentación, sin casa, sin agua.

Yo quiero pensar que hoy todos nos vamos de este congreso con el mayor de los deseos de construir nuestro futuro y, el de las nuevas generaciones, basado en la COLABORACIÓN, que es el espíritu que se construyó para hacer posible este congreso y que gracias a ustedes, a su trabajo alrededor de un valor tan importante, se pudieron sobrellevar todas las dificultades, dudas y hasta los prejuicios que se podrían haber tenido antes de realizar esta reunión en nuestra Sede Regional, que se encuentra en el interior del interior de este país centroamericano.

Algunas personas piensan que construir una nueva humanidad, que se sustente sobre la COLABORACIÓN, no es más que otra loca utopía de soñadores trasnochados, pero no es así. Algunas cosas parecen imposibles hasta que se demuestra que no lo son. Para nosotros, los académicos, las cosas se demuestran hasta que hay pruebas empíricas sobre las que se sustente esa conclusión y yo les voy a dar una con la que colaboramos los costarricenses y que dice que sí es posible imaginar esa nueva humanidad.

Sé que el miércoles muchos de ustedes salieron de gira, algunos fueron al Volcán Arenal, otros fueron más lejos y estoy seguro de que a ninguno le preocupó la “seguridad nacional” de Costa Rica. Pero resulta que Costa Rica no tiene ejército y para nosotros esto es una historia de 55 años, por lo que para los chicos y chicas que los han acompañado como edecanes es casi imposible pensar en una carrera que los lleve a ser generales de un ejército. Estoy seguro de que todos aspiran a ser científicos, ingenieros y seres humanos que construyan un nuevo país y un mejor planeta.

Bueno, esto es una pequeña prueba, creo yo, con humildad, de que los paradigmas sociales se pueden replantear y que hay esperanzas para todos. Pero así como resalto esa característica de CR como prueba empírica, y aunque sea durante un pequeño instante en la historia, también resalto lo ocurrido aquí en estos cinco días como prueba de que es posible un mundo basado en la COLABORACIÓN.

Quiero finalizar pidiéndoles, que luego de haber participado de este calidoscopio de naciones, tengamos presente, cuando tratemos de trabajar colaborativamente con nuestros pares de este congreso, los versos de Rafael Amor, que cantaban Alberto Cortez y Facundo Cabral:

Alberto

No me llames extranjero, porque haya nacido lejos

o porque tenga otro nombre, la tierra de donde vengo,

No me llames extranjero, ni pienses de donde vengo,

mejor saber donde vamos, a donde nos lleva el tiempo

Cabral

Viejo que viene arrastrando el hombre desde

el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras

antes que vinieran ellos, los que dividen y matan,

los que roban, los que mienten,

los que venden nuestros sueños, ellos son

los que inventaron esta palabra, “Extranjero”

Gracias por su colaboración, con ella forjaremos el futuro ante los desafíos de nuestro tiempo.

Buen viaje de regreso a sus comunidades.